Maximina Espeso pone al alcance del gran público el arte parietal de los primeros artistas

Quienes han tenido la oportunidad de contemplar con sus propios ojos lo que consideran la Capilla Sixtina del arte paleolítico no dudan ni un instante en dar una misma recomendación: al menos una vez en la vida hay que visitar la cueva de Altamira. No todas las personas pueden acceder as un abrigo para contemplar las maravillas del arte rupestre. Maximina Espeso quiere contribuir a divulgar, pero sobre todo a "socializar", las joyas del arte rupestre a través de la creatividad. Para verlas, la artista y antropóloga cántabra empela una técnica que genera fondos matéricos cuya textura se asemeja a la pared de una cavidad. A esos lienzos tan realistas incorpora los calcos originales que dieron lugar a las primeras expresiones artísticas en la historia de la humanidad.

Los primeros humanos crearon con pigmentos naturales colores permanentes. Los pintores rupestres paleolíticos usaron minerales y ocres rojo y amarillo. Como el azul oscuro de un cielo de octubre o el naranja cálido de un atardecer de otoño no se puede retener. Quizá la naturaleza efímera del color impulsó a los humanos primitivos a buscar el modo de dominarlos. Veían como las hogueras ennegrecían los techos de las cuevas y embadurnaban las paredes con ocre rojo y amarillo. Ahora la artista Maximina Espeso, artista especialista en la interpretación del arte rupestre, reproduce las joyas del arte parietal en la exposición 'Arte en las cuevas', la nueva propuesta de la Concejalía de Museos y Patrimonio Histórico que estará abierta al público hasta el 24 de noviembre en el Museo Siyâsa.

Gran parte de su trabajo se centra en el arte rupestre. La muestra resulta muy útil para mostrar al público cómo es el pensamiento simbólico, la mayor innovación en la historia de la humanidad, que dio lugar a las primeras expresiones artísticas. Y es que el mayor logro humano no fueron las herramientas de piedra o las espadas de hierro, sino la invención de la expresión simbólica según el comisario de la exposición, el catedrático de Prehistoria Joaquín Lomba. Son testimonios extraordinarios de los primeros pasos del hombre en la aventura artística. Miles de años después, la fuerza de esas manifestaciones pictóricas sigue fascinando al observador. En palabras suyas, "si hubiera que elegir una característica que nos diferencia sustancialmente a los sapiens de otras especies de homínidos sería la de disponer de pensamiento simbólico".

El arte tiene un poder incomparable: trasciende las diferencias, conecta con los sentimientos de las personas e impulsa a la acción. Por ello, Espeso está convencida en la necesidad de divulgar y "socializar" este patrimonio universal de origen prehistórico. En su opinión, "considero desde hace algún tiempo que la 'socialización' del arte rupestre es una tarea muy necesaria que nos afecta a muchos. He podido ver pinturas parietales destruidas por simple desconocimiento. Cuando conocemos y sabemos de algo lo valoramos y protegemos. Conocer nuestro pasado nos permite ser conscientes de nosotros mismos en el presente y tener capacidad para planificar el futuro. Quiero evitar que muchos de estos abrigos estén desprotegidos y algunos de ellos objeto de grafitis por desconocimiento".

También cree que la experiencia estética tiene que ver "no solo con la inteligencia y la sensibilidad del autor, sino también con la del espectador. En mi trayectoria expositiva de más de quince años he podido comprobar el efecto subjetivo causado en el espectador. A veces refieren conectarse con imágenes de un recuerdo ancestral, podríamos incluso atrevernos a decir que del subconsciente colectivo". Las reflexiones sobre su propuesta artística enganchan a un público numeroso que observa con admiración su trabajo en un acto inaugural que cuenta con la presencia de la concejala de Museos y Patrimonio Histórico, Conchi Villa. Entre los asistentes también se hallan el concejal de Turismo, Antonio Moya, y la edil de la Corporación Municipal, María Turpín.

Conocedora de las técnicas y estilos del arte prehistórico, Espeso ha sabido combinar el trazo original con técnicas innovadoras y modernas. "Soy una pintora clásica y conozco las técnicas de mi oficio. Utilizo una técnica propia mediante la cual genero fondos matéricos, a base de minerales, que se asemejan a la pared de una cueva, con la calidez de los abrigos levantinos o la frialdad de los norteños. Es una interpretación libre y me permito pequeñas licencias artísticas a la hora de reproducir los paneles". En la exposición hay reproducciones de ejemplos de arte rupestre levantino declarados Patrimonio de la Humanidad en 1998, incluidos los de Cieza. Cabe mencionar el panel I del abrigo del Barranco de los Grajos, los 'cápridos' de la Cueva del Arco II o el ídolo de la Serreta. Además de ello, la muestra exhibe el gran panel de la cueva de Lascaux.

"He pintado y reaccionado frente a las pinturas parietales que he visto a lo largo de mi vida porque me han conmovido profundamente. A veces vuelvo a verlas una y otra vez, y suele resultar una suerte de descubrimiento, donde se revelan aspectos que aún no había comprendido, o mejor, que no había terminado de sentir". No es extraño que la autora de este trabajo diga eso. Sobre las pinturas rupestres más famosas de la historia, Picasso dijo acerca de la expresión artística que "después de Altamira, todo es decadencia". Sorprendente afirmación cuando procede de alguien que, en opinión de la práctica totalidad de las voces más autorizadas, dedicó su vida a inventar y reinventar con incuestionable éxito el lenguaje del arte. "Con esta rotunda afirmación de Picasso ya está todo dicho", apostilla.

 

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