Las casas donde las personas han escrito o han pintado, por ejemplo, están dotadas de un alma que las ennoblece, enriquecidas por sombras impregnadas de la huella indeleble de esas miradas excepcionales que son las miradas de los grandes creadores. Están, además, las casas que han pasado a los versos y a las prosas como el patio sevillano que constituía el recuerdo de infancia de Antonio Machado. El número 11 de la calle San Sebastián narra una historia como parte de nuestras vidas y custodia recuerdos.
Que el poeta Aurelio Guirao (Cieza, 1940-1996) cumpla veinticinco años de su muerte es motivo suficiente para que se le haga un homenaje. La que fue su casa en la calle San Sebastián, donde vivió en ella sin duda los años más fecundos de su trayectoria literaria, era el lugar más adecuado para una demostración pública y de respeto hacia su persona, y allí se le dio este sábado por parte de sus familiares y amigos que lo conservan en su memoria y de una ciudadanía que aún lo tiene en sus recuerdos.
Fue en momentos como este cuando, de una forma muy especial, cobró sentido el propósito del Grupo de Literatura La Sierpe y el Laúd, que no es otro que el de divulgar el legado de uno de sus miembros más ilustres, y de algún modo contribuir a preservar su memoria. Con este espíritu, y en el marco de la V Feria Regional del Libro Infantil y Juvenil, el Ayuntamiento de Cieza y el Grupo de Literatura La Sierpe y el Laúd procedieron a la colocación de una placa en la fachada de la casa donde vivió buena parte de su vida.
Se trata de reivindicar su memoria y su figura después de que se cumplieran el pasado 2020 ochenta años de su nacimiento y este 23 de febrero veinticinco años de su fallecimiento. Alquimista de la palabra, incansable demiurgo, el hombre que inventaba la vida verso a verso, Guirao también llegó a ser el epicentro de su grupo literario. Rosa Chacel defendía eso de que se escribe para que "se nos quieran"; quizá él también escribía para ser querido. Su poesía era la extensión de su manera de ser.
Estaba especialmente dotado para la poesía como forma de conocimiento. Su obra, tras largo tiempo desasistida entre nosotros, vuelve a ser valorada como se merece en los últimos tiempos: 'Entre los brazos ausente' (1975), 'Creación de la culpa' (1980), 'Ceguedad de la carne' (1982), 'Del verbo vivir' (1983) y 'Las horas no enterradas' (1990). Por encima de los recuerdos personales, de su peripecia humana y de su personalidad arrolladora, Guirao es una verdadera voz.
La concejal de Biblioteca, María Ramos presidió, junto a una representación del grupo literario encabezada por Ángel Almela y familiares del poeta, el descubrimiento de una placa, en la que se puede leer la siguiente leyenda: 'En esta casa nació, vivió y murió el poeta ciezano Aurelio Guirao 1940-1997'. La responsable municipal tuvo palabras de elogio a la figura del poeta, así como al conjunto de personas implicadas en esta iniciativa. Al acto asistieron la nueva concejal de Cultura, Conchi Villa, y el edil de la Corporación Municipal, Manuel Egea.
Y para redondear la tarde, el grupo literario ofreció un recital de poesía en la terraza de la biblioteca, adaptado a los nuevos tiempos con aforo limitado. Ángel Almela, Aurora Montoya, Pedro Diego Gil, Rosa Campos y Ana Torres exhibieron con plenitud su declamación noble y refinamiento expresivo, que tan bien encajan con los requerimientos de los poemas de Guirao, en una tarde que alternó la alegría con la nostalgia y que supuso un emotivo reconocimiento al admirado poeta ciezano.